lunes, 24 de agosto de 2009

Capítulo 2


Algo se había enredado en mi pierna, me estremecí, no comprendía lo que sucedía, hasta que me di cuenta que yacía agitada en la cama.
Dios mío, qué hermoso sueño, lástima la última parte, casi me muero de un infarto dije para mí con una sonrisa.
Un rayo de sol entraba por una rendija de la persiana. Parecía que hoy sería un bello día. Fui al baño y al verme en el espejo vislumbré que las sombras alrededor de los ojos que pensaba que eran crónicas, habían desaparecido y mis almendrados ojos que cambiaban de color con el tiempo, hoy eran tan azules como el cielo, todo irradiaba luz y alegría como hacía años que no lo hacía. Si no supiera que me reflejaba en el espejo, hubiera asegurado que era otra persona la que estaba frente a mí. ¿Cuándo había cambiado tanto mi físico? ¿o era que había cambiado la forma de verme a mi misma?
El deseo de vestirme con colores fuertes me invadió. En los últimos años no había comprado demasiada ropa, pero el negro lentamente había inundado mi guardarropa, haciendo que cada vez que lo observaba recordara los momentos más oscuros de mi vida. Tomé unos jeans gastados, una remera negra bastante ceñida con el signo paz estampado en el frente y las únicas zapatillas que tenía.
Cuando me dirigía a la cocina para tomar el desayuno, tocaron la puerta y el recuerdo de lo acontecido la noche anterior apareció de repente, lo que había intentado hacer, la voz que tanta paz me había dado, y aunque resultó extraño tenía la certeza que no era producto de mi imaginación.
Al abrir la puerta, una bella mujer de unos 30 años con cabellos dorados y cuerpo envidiable me miraba dulcemente.
- Buenos días, debes ser Evangeline, yo soy Gabriel y mi padre me mandó a buscarte - dijo guiñándome el ojo como si fuese lo más natural del mundo que una voz le ordene que me busque, aunque sabía a lo que se refería con esas palabras.
- Hola Gabriel ¿quieres pasar? - estaba nerviosa, pero al hablar no se notó y eso me gustó.
Mi departamento era realmente muy pequeño, sólo un baño y una cocina-comedor en donde por arte de magia cabían una mesita, dos sillas, y un sillón que se hacía cama.
Le indiqué que se sentara en la silla, ya que el futón todavía tenía las sábanas de la noche anterior. El desorden me avergonzaba un poco, pero pareció no importarle.
- Se que mi presencia no te sorprende, ya que mi padre anunció nuestro encuentro. Es tiempo de que hagas tus maletas y vengas a vivir conmigo, debemos descubrir tus dones y entrenarte, de ahora en adelante yo seré tu tutora. - No es normal que cuando un desconocido te pide que te vayas a su casa, te sientas segura de que es lo correcto. Okay se podría decir que había perdido el instinto de peligro, pero sabía fehacientemente que la voz que escuché la otra noche era la del todo poderoso, pero ¿cómo sabía eso?
- No comprendo bien la parte de los dones y el entrenamiento, ¿es para convertirse en monja? Porque no creo estar muy preparada para eso - lo dije con un tono de suplica que hizo que Gabriel se riera a más no poder.
- No, no, perdón pensé que tenías toda la información sobre tu nuevo deber -
Ahora si no entendía nada, cosa que ella captó al vuelo y creo que fue por eso que dijo:
- Eva, algunos nos llaman cazadores de demonios, y otros guardianes de almas, pero lo que hacemos es luchar contra las sombras con los dones que nos obsequió nuestro padre -
- ¿vendrían a ser como poderes especiales? - me sentí una tonta por decir eso, ¿cuándo iba a aprender que tenía que pensar antes de hablar?.
- Si, se los puede llamar de esa manera si quieres - intentó no reírse. En ese momento un flash de comprensión pasó por mi mente, estábamos hablando de poderes que yo no tenía, entonces ¿cabía la posibilidad de que hubiera una confusión y no fuera yo a la que debía ir a buscar?
- Pero Gabriel, yo no hago nada especial, no vuelo, ni tengo visión de rayos láser, ¿cómo voy a hacer para luchar con demonios? ¿no voy a estar un poco indefensa sólo con el rezo? -
- Confía en mí, poco a poco irás comprendiendo. Ahora creo que sería mejor que comiences a hacer los preparativos para la mudanza, paso a buscarte a las seis de la tarde, espero que estés lista para entonces. - Y sin más preámbulo se puso de pié. Ya estaba cerca de la puerta de entrada cuando reaccioné, tenía casi ocho horas para dejar mi antigua vida en orden, ponerle el candado y tirar la llave.
- Sólo empaca lo indispensable, allí te proveeremos de lo demás - murmuró mientras desaparecía de mi vista.
El impacto del encuentro había podido conmigo, todavía me mantenía inmóvil en el futón. No pienses más y déjate llevar, que la paz fluya, me dije mientras mi cuerpo se relajaba de forma tal que al caminar parecía que lo hacía sobre nubes.
No había tiempo que perder, hice una imagen mental de las cosas que debía hacer, y decidí comenzar a armar la maleta. Esta no era muy grande, pero era la única que tenía. Unas horas más tarde todo estaba casi listo, sólo faltaba llamar al propietario del departamento para comunicarle que no seguiría alquilando el lugar y cerrar la maleta. Había colocado tantas cosas dentro que no la podía cerrarla, me senté encima, haciendo mucha fuerza jalé el cierre y escuché un crash,
- noooo, mierda - se había roto. ¿Y ahora qué hacía? Iba a tener que poner la ropa en cajas de cartón, pero debía apresurarme, no había comido nada desde que me levanté y pronto llegaría Gabriel para recogerme.
Efectivamente cuando terminé de hablar por teléfono con el dueño del departamento, y debo decir que no le gustó nada que de un día para el otro deje el lugar, llegó mi nueva tutora.
- Eva querida sube las cosas al auto, apúrate todos están esperándote - eso quiere decir que mi alocado día todavía no terminaba, ahora tendría que conocer a más personas, cosa que no me agradaba en absoluto. Aunque hace mucho tiempo había sido muy social, ahora me costaba relacionarme.
- Si, sólo son unas pocas cajas - en donde empacaba toda una vida me falto agregar. Me ayudó a llevarlas al auto y nos marchamos. Mientras nos dirigíamos a la carretera, sentí un poco de nostalgia por lo que dejaba. Aunque mi vida en los últimos años no había sido muy buena, me había acostumbrado a ella. Mi visión se nubló por las lágrimas que cubrían mis ojos, pero esta vez no las iba a derramar, sabía que lo que venía iba a ser bueno para mí, debía serlo.
Durante el viaje casi no dijimos una palabra, fue un tanto incómodo hasta que Gabriel sintonizó en la radio una melodía que aunque ya la había escuchado una vez, no recordaba en dónde. Me agradaba, hacía que mis hormonas brotaran y me extasiara, era un poco extraño, nunca me había sentido así.
- Veo que te gusta este tipo de música, ¿la conoces? -
- No, no la conozco - me apresuré a decir, ¿por qué la urgencia de negarlo? Sabía que era un nocturne, la conocía, pero algo me decía que si lo confirmaba era como revelar mis más profundos secretos.
- Es un nocturne, una pieza inspirada por la noche, intima y sentimental - susurró por lo bajo no queriendo arruinar con sus palabras la suave atmósfera en la que nos encontrábamos.
- Es hermosa. - Sentía como penetraba en el vacío de mi corazón y lo llenaba. Así continuamos todo el viaje. Cuando me liberé del trance estaba aparcando el auto frente a una simple pero elegante casa antigua, que tenía un bello jardín en el frente. Antes de entrar, me tomó del hombro y dijo con seguridad
- Eva, todo va a salir bien, no tengas miedo. -
Pasamos rápidamente del pequeño hall a una acogedora habitación con amplios ventanales que daban al exterior y sillones de cuero negro ubicados de tal forma que al sentarse en ellos se seguramente sentiría el calor de una gran chimenea encendida. Una joven de ojos celestes y cabellos oscuros me saludó desde el sillón en donde estaba recostada.
- Hola, bienvenida a casa, soy Mercia y él es mi hermano León - me volteé buscándolo y estaba justo a mi lado iluminando la sala con una pícara sonrisa, era alto, un tanto delgado pero musculoso, llevaba un sweater verde que hacía resaltar sus ojos marrón claro, y la verdad es que tanto él como su hermana parecían salidos de una revista de modas.
- Hola, soy Evangeline - dije ruborizándome por la cercanía en la que estábamos, y reafirmando lo incómoda que me ponían las presentaciones.
- Está lista la cena, apuren que se enfría - dijo alguien desde otra habitación.
- Encantado Evangeline. Deberíamos ir yendo al comedor antes que Alegra venga a buscarnos, desde que se enteró que venías está bastante ansiosa - y mientras se reían pasamos al comedor. Una mesa repleta de deliciosos platos nos esperaba en el centro de la habitación. Tomamos asiento cuando una blonda joven llegó con más comida. Rápidamente dejó la bandeja sobre la mesa y se acercó diciendo muy efusiva
- Hola Eva, soy Alegra, pero todos me dicen Al, vamos a compartir el cuarto y espero que seamos buenas amigas - todos voltearon los ojos y comenzaron a reír. La situación me recordó a una que leí en esos libros para adolescentes, en dónde la dulce niña se presentaba al resto.
- Hola Al, mucho gusto - sin duda hablaba como una viejecita, ya me imagino la imagen que se estarían haciendo de mí, una freaky ñoña.
Con cara de pocos amigos Alegra miró a Mercia y a su hermano
- ¿Por qué nadie me avisó que Eva estaba aquí? Sabían que quería recibirla -
- No te pongas así, ella recién llegó, sólo relájate - respondió León divertido. Al verlos parecían una feliz familia, una que hacía ya mucho tiempo que yo no tenía, y me alegró saber que pronto iba a ser parte de ella. Era una segunda oportunidad y no iba a dejarla escapar tan fácilmente.
- Bueno chicos, hagan silencio, hay que bendecir los alimentos - Gabriel comenzó a hablar mientras todos estábamos en silencio. Esto era algo nuevo para mí, pero me agradaba. Comenzamos a cenar en silencio, y como tenía miles de dudas, decidí que era momento de que me las aclaren.
- ¿Cómo me encontraron? - por la cara de sorpresa que pusieron creo que ninguno se esperaba mi pregunta.
- Parece que la niña va sin rodeos, y eso me gusta - dijo León haciéndome ruborizar nuevamente.
- Te encontró mi hermano, él detecta las conversiones, es uno de los dones que tiene - acotó Mercia gentilmente.
- Entonces León ¿Cuál es mi don? Si es que tengo uno - estaba muy emocionada por la respuesta que me darían.
- Lo lamento yo sólo te encontré, nada más, el don lo descubre cada uno - pude notar en sus palabras un tinte de tristeza, ¿sería que no estaba muy conforme con su don o era que le hubiera gustado saber más de mi?
- Eva, no quiero desilusionarte pero los dones no son lo que crees, Mercia hace fluir el perdón, Alegra da felicidad y León fuerza - dijo Gabriel. Está bien, no era lo que yo esperaba, ¿luchar contra un demonio y hacerlo sentir feliz? Eso si que era un bonus para mis enemigos, pero lo importante en este momento, es que parece ser que mi rostro revela más de lo que quiero, por lo que tendré que ejercitar de ahora en adelante mi cara de poker.
- No olvides que tenemos agudizados los sentidos y somos bastante rápidos, bueno sólo Mer y yo porque León es bien lento - indicó Al sacándole la lengua.
- Ya es demasiado por hoy, Eva está cansada, y ustedes mañana temprano tienen clases. Querida tus cajas están en la habitación - anunció Gab retirando los platos de la mesa. Eso quería decir que no iba a poder hacer más preguntas por hoy, y si que tenía unas cuantas más en mi mente.
Mierda, con los acontecimientos del día, se me olvidó que a la noche iba al instituto, pero ¿qué iba a hacer ahora? estaba en otra ciudad, y no habíamos hablado nada al respecto.
- Gabriel ¿Qué es lo que voy a hacer con el instituto? -
- Todo resuelto, hoy a la tarde me comuniqué con el director de tu antiguo instituto para hacer el cambio y desde mañana irás al de la ciudad, el nivel es bastante bueno, te será muy fácil adaptarte - Se notaba que Gabriel no me conocía en lo absoluto, ¿yo siendo una persona normal?, ja, en absoluto. No era momento de discutir, mejor sería ir a la habitación, la cuestión era que no sabía dónde estaba ubicada.
- Ven conmigo, te voy a mostrar tu lindo cuarto de niña - murmuró León. ¿Qué le sucedía conmigo? ¿a caso me odiaba? Lo seguí por un oscuro pasillo, sin decir una palabra, hasta que nos detuvimos en una de las puertas.
- Acá es donde nos despedimos pequeña, que tengas dulces sueños - y desapareció de mi vista como en un acto de magia. Punto para los guardianes me dije, son rápidos.
Golpee la puerta, y Al respondió que pasara. La habitación no era muy grande, pero al tener el techo tan alto y grandes ventanales parecía que estuviésemos en medio de la oscura noche. Las paredes parecían cubiertas por miles de marshmallows, era como la casa de dulces del cuento de Hansel y Gretel, ¿acaso en cuanto me distrajera me encerraría para engordarme y luego comerme? Y una carcajada se hizo audible sin poder detenerla, el estrés me estaba volviendo loca.
- ¿Qué es gracioso Evan? Cuéntame - dijo en tono suplicante
- No es importante, hoy fue un día un poco extraño y estoy reaccionando raro, nada más - al observarla, su mirada denotaba empatía pero su rostro era pura alegría, sentimiento que de a poco se calaba por mis huesos, las comisuras de mis labios se elevaron y cientos de mariposas revoloteaban dentro mío queriendo salir. Definitivamente ella lo estaba haciendo, estaba usando su don conmigo y debo decir que era agradable.
- Si, entiendo a lo que te refieres, pero no te preocupes, te vas a adaptar perfectamente. - Ya es la segunda vez que me decían eso, les estaba causando una impresión errónea de lo que era. No quería escuchar sobre como pensaba que actuaría ante la adversidad, era obvio que desconocían lo que había intentado hacer la noche anterior, es por eso que cambié de tema.
- Gabriel dijo que mis cosas estaban aquí, ¿me dices dónde para sacar el pijama? -
- Hay, que mala anfitriona soy, allí están tus cosas - dijo señalando varias cajas apiladas junto a un viejo armario.
- Esta es tu cama, son lindas ¿no?, yo misma escogí los colores del cobertor - lo suponía era un reflejo de su personalidad, rococó y dulce, no me disgustaba, pero no eran mis colores favoritos. No me gustaba mentir, tenía bastantes cosas negativas en la balanza de San Pedro, lo mejor sería no contestar su pregunta. Por lo que dije manteniendo la sonrisa
- Todo es muy cálido, refleja mucha alegría -
Después de higienizarme y ponerme el pijama, me despedí de Alegra, pedí al ángel que nos cuide durante la noche y me acosté. No podía dormirme, a veces me pasaba eso, y viejos recuerdos llegaron a atormentarme. Cuántas veces sentí odio por mi padre, por habernos abandonado, por no haber luchado como mamá por seguir vivo, y tuve que pasar por la misma desesperación y vacío para comprender que no era nadie para juzgarlo, al final había intentado hacer lo que él pudo consumar. Aunque la tristeza ha sido mi compañera durante tanto tiempo, ya es hora de dejarla ir y reemplazarla por la paz, debía descansar.
Mi cuerpo se relajaba, era tan liviano, sentía que no existía. La conciencia comenzó a nublarse, algo la envolvía, no me dejaba ver qué era lo que estaba más allá de la oscuridad, intenté jalarlo pero no podía, sentía que había alguien más, alguien que me esperaba. Reconocí el nocturno a lo lejos, traté de seguirlo pero con cada paso que daba se me hacía más difícil, estaba muy débil. El aire no ingresaba a mis pulmones, me estaba ahogando en la nada, la desesperación me embargó, pensé que era el final, qué muerte más horrenda me había tocado. Una fuerza rodeó mi cuerpo sacándome de ese calvario, y la visión volvió para poder contemplarlo a él, mi hermoso salvador de ojos azules.

1 comentario:

  1. jejejejeje el capi estuvo genial!! me encanto esta frase ¿luchar contra un demonio y hacerlo sentir feliz? casi me muero de la risa!!! tienes talento sigue asi!!!

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